Ya tenemos el nuevo iPad … como era de esperar presenta algunas mejorías respecto al anterior, pero se deja otras para seguir ofreciendo poco a poco características, con la seguridad de que van a funcionar. Parece que el feedback tanto de los usuarios como de sitios expertos en comparativas de rendimiento concluye en que lo más destacable del nuevo tablet es su capacidad para el procesado de gráficos y su pantalla Retina Display … dejándolo por lo tanto como la opción para el nuevo usuario de este tipo de dispositivos (sobre todo si es consciente del uso que le va a dar) o como upgrade para el usuario del iPad original. Pero no parece que sea el equipo para sustituir un iPad2. Ya sabemosque los iDevices parecen ser uno sí, uno no 😉

Pero no quería yo hablar de esto, del nuevo iPad, de si el nombre es bueno o malo, de si presenta o no avances significativos o de si es más conveniente comprar este o el iPad 2 ahorrando algo de dinero. Lo que ya llevo meses queriendo comentar es que parece que el iPad podría sustituir al ordenador … Siempre he defendido lo contrario, escribo esto desde mi portátil, pero empiezo a pensar que es una cuestión de cambio de paradigma, de cambio de hábitos de consumo y de uso del dispositivo.

Al salir el iPad original, ya comenté que en un curso un alumno trató de demostrarse que con sólo el iPad podía hacerlo todo, sin necesidad de viajar con el portátil. Hacía 4 meses del lanzamiento del iPad. Recientemente me encontré con un amigo en un vuelo de Londres a Valencia (en el que despegamos con bastante retraso) que durante el viaje y la espera me comentó como él sí veía increíbles posibilidades en los iPad (el 2 en ese momento) para las aulas, entre otros campos. En la escuela los alumnos se pueden valer del dispositivo para preparar trabajos, crear vídeos, publicar en blogs o en wikis, llevar documentación, compartir pantallas … todo ello además con el apoyo del equipo de Apple para el sector educativo y las soluciones orientadas al mismo.

Este amigo me hizo ver que en realidad siempre usamos una sola aplicación en cada momento, que la manera de saltar del lector de RSSs al navegador y de este al cliente de twitter puede ser distinta, con comando+tab por ejemplo en el mac o desde una aplicación otra o pulsando dos veces el botón home en el iPad … pero que en definitiva, normalmente estaremos utilizando una aplicación y las que están en background también lo están en ambos sistemas, haciendo su trabajo. Y esto debería suponer una mayor productividad, haz lo que estás haciendo en vez de procrastinar 😉  El caso es que aún aceptando muchas de las cosas que me decía y dándole la razón, es formador de formadores en materia Apple … así que sabe de qué habla, yo acabé pensando que me siento más cómodo con el sistema de ficheros tradicional.

Si estoy de viaje y he de mandar un documento de mi «carpeta de trabajo» puedo hacerlo en muy poco tiempo, pero con el iPad … no puedo adjuntar desde el mail el documento (que es como lo hago en Mac OS –sea desde mail o arrastrándolo al icono en el dock–), sino que he de abrir el documento con su aplicación y enviar desde ahí … eso por no decir que además cada documento «está» en una ubicación (aplicación que lo gestiona) y si hay que enviar varios archivos, por ejemplo una foto de fotos, un pdf de iBooks y, no se, un documento de texto o una pelo de vídeos … la cosa se complica. Añade a eso el teclado virtual que no es como uno físico … al que además estamos acostumbrados. Además, uno de los problemas que más me molestan del iPad va implícito en su uso: la pantalla siempre indecente; así que un MacBook Air de 11 pulgadas sigue siendo la mejor opción cuando crees que un procesador determinado es suficiente para trabajar de modo autónomo y que siempre puedes conectar dispositivos externos para mayor comodidad, teclados, monitores y discos duros de backup.

El caso es que un tiempo después tuve que ayudar a un amigo a configurar y pillar el tranquillo a su nuevo iPad. Se vino a cenar y me trajo un iPad a mitad cocer … ni activado con su iTunes, en el que no podía configurar el mail (lo estaba haciendo a mano), pero ya con una cuenta Dropbox y … no se, todo muy despistado. Así que se vinieron prontito a casa por la tarde noche, nuestras chicas se entregaron a la cocina, y nosotros nos pusimos con su juguetito. Y no me fue nada mal tener que empezar tan de cero, al final de la noche descubrí que el iPad podía ser suficiente para algún tipo de usuario. Es decir, tiene potencia y posibilidades más que suficientes para prescindir de un «ordenador», siempre que tengas una gran conexión wi-fi o de datos y seas capaz de reinventar tu forma de trabajar.

Vamos por partes, respecto a tu manera de moverte por los archivos tienes la solución en Dropbox u otro sistema de almacenamiento en la nube. No me he puesto las pilas pero seguro que no es tan difícil seleccionar varios archivos y generar desde ahí el mail. O seguro que «there’s an app for that». Asi una vez comprado el keynote pudimos abrir desde Dropbox con Keynote (iOS) una presentación en powerpoint, modificarla y corregirla, guardarla en local y poder así hacer una presentación conectando el dispositivo a una pantalla en el banco donde debía mostrar la susodicha presentación.

Podemos por supuesto leer RSSs, abrirlos en los navegadores integrados o desde ellos en Safari, favoritear en delicious u otros, twittear, «másgustar» para FB y G+ …  Este usuario, un «ejecutivo», puede con ese dispositivo hacer de todo siempre que sea capaz de pensar en los datos en la nube y la necesidad de conexión, y también en el backup de la información básica –agenda, iCal, relación de Apps– (que te ofrece iCloud). Sí, sí, soy consciente de los inconvenientes de disponer de todos tus datos en la nube, de las susceptibilidades que genera, pero superado ese inconveniente lo que queda claro es que el iPad no deja de ser un ordenador que te permite muchas cosas, las mismas que te permite un ordenador (¿o debería decir casi?).

Vaya, al final, podría ser de verdad lo de la era post-pc. Si estas sensaciones las ofrecía un iPad 2 infrautilizado, imaginad un nuevo iPad en manos de una «nativo táctil«. Evidentemente, el hecho de que en nuestro país el coste de las conexiones sea elevadísimo no hace menos bueno el concepto de tablet como dispositivo, sino que evidencia la ceguera y la codicia de los operadores. Pero con monitores externos (parece que no queda nada pera ver las Apps de iOS en Mac OS de manera sencilla), teclados externos … tenemos en el iPad una CPU con suficiente capacidad de proceso para ¿el 90% de lo que hacemos?

Acompañado de un ordenador de sobremesa para, a lo mejor, editar más a gusto o con aplicaciones más completas o las que estemos más acostumbrados o para almacenar localmente determinados contenidos, el iPad puede ser sin duda un muy completo segundo ordenador y tener mucho sentido en nuestra vida digital. Y para usuarios menos exigentes, o los que creíamos que un laptop era suficiente (por capacidad de proceso y su mayor movilidad) … o noveles (no habituados a la «informática tradicional» –llamaría así a la basada en la gestión de archivos–), creo que perfectamente puede ser el único equipo informático que necesiten.

Puede que para muchos, esto no represente un descubrimiento importante. No pretendo ser un visionario. Pero sí invito a todos los que como yo, se mostraban reticentes a considerar el iPad un equipo «independiente», un ordenador en sí mismo, a que intenten pensar de otra manera, cambiar sus esquemas mentales  y atreverse a considerarlo como tal (si quieren, claro).

Parece que el iPad se lo merece.